martes, 3 de agosto de 2010

Entregarse

Ciudad, calle, noche, frío,
y en una esquina de tantas
me cruce con el deseo.
En la penumbra del recodo,
el placer por mi esperaba
en la forma mas bella.
Una sonrisa,
atrapo una mirada,
y después
las palabras.
Y así fue,
que todo comenzó.
El deseo se apoderó de mí,
sin resistir, acepté,
y sin resistir me entregué.
Como poder discernir
entre la pasión y el placer,
entre la ocasión y la búsqueda.
Como poder olvidar
que no me resistí,
que lo deseaba.
Y así, en esa fría noche,
en una calle de la ciudad
nos encontramos.

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