domingo, 18 de julio de 2010
El debate como el motor social
Alguna vez se quizo mostrar que el periodismo es el cuarto poder; la información, dada a conocer según quien la daba, era la forma de crear conciencia a quien la consumía. Si realmente hay otro poder que realmente pueda crear conciencia en la ciudadanía, no es presisamente la opinión elaborada y, acertada o no, de un periodista; el poder alternativo lo tienen los ciudadanos desde el disenso y el debate de base, elevando desde la forma mas sencilla de opinión, que es el boca a boca, hasta llegar al reclamo por posturas equivocadas de quien nos representan. "El pueblo no delibera sino a travez de sus representantes" (art. 22), eso en la letra, pero en la práctica esta demostrado que no es así. El debate público hacia la sanción de alguna ley, es el real poder del pueblo, y no debemos ignorarlo. La opinión de quien arrogue mejor culto por la información y por consiguiente, su opinión pase a ser la de un "formador de opinión", debe ser descartada si como sociedad queremos sean representadas fielmente nuestras ideas. Ese artículo 22 no tiene otro fin que limitar y hasta silenciar el debate de la sociedad por sus inquietudes. Sabemos que no todos nuetros representantes son fieles a sus electores, y lo hemos visto tanto en el poder ejecutivo como en el legislativo, y si bien el judicial no tiene cargos electivos, tampoco vemos en ocaciones que representen con dignidad el cargo para el que han sido designados. Tenemos la oportunidad de conseguir con esta forma de disenso la mas elaborada de las formas de convivencia para una sociedad que se digne de querer crecer y abrir el debate a todos los sectores. Hoy por hoy, lo último que hemos visto fue la aprobación de la ley de matrimonio igualitario, y no es poca cosa, todo el gran debate se dió en la calle, en los barrios, las fábricas, el ámbito familiar, etc. y eso los políticos lo saben, y así tuvieron que manifestarlo cuando analizaron que es lo que la sociedad pedía. Sigamos así y profundicemos mas aún esta forma de sociedad, seamos dueños de nuestro propio destino, desde el disenso o el consenso marquemos la forma de estructura social que queremos, "El pueblo no se equivoca", dijeron en otro momento, y los políticos que no nos oigan, sí.
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