De la palabra empeñada,
nada queda.
De las promesas juramentadas,
nada queda.
De los valores mas nobles,
nada queda.
Vendaval de codicia,
deshonesto, mezquino.
Aluvión perverso,
malicioso y egoísta.
Arrodillado ante ti,
oh soberano,
derrotado en mi fe,
yo pido piedad,
por el mal que causé.
Quita de mí alma
la miseria de mi obra,
despójame de toda riqueza,
y haz de mi
un nuevo hombre.
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