sábado, 12 de junio de 2010

Tú, mi destino

Y luego de la jornada, el regreso,
agotado, cansado, tragando amargura.
Su andar es pesado y lento,
su mirada, baja esquiva, como avergonzado.
Delante de sus pasos
va dibujando con su mirada
la forma de su vida.
Toda su fuerza consumida
todo su anhelo postergado.
Los sueños, como sueños,
en un amanecer temprano
se diluyen entre sábanas
de una noche corta,
sin tiempo de poesía,
de miradas, de caricias.

Y luego, otra vez,
vuelta al dolor,
al desgarro obligado,
a los silencios, a la obediencia,
a hacer las cosas bien,
que sino.....

Y así pasan los días,
las noches, su vida,
y el tiempo como un tirano
se va llevando su alma
y deja como despojo
a un hombre triste,
sin ilusiones, apagado.

Pero el se resiste
a un destino vacío,
desafía esta suerte perra
y la llena de esperanza.
Carga su mochila de rabia,
de orgullo, de dignidad,
y echa fuera todo el resto,
resignación, sumisión, lealtad.

Y así salió a la vida,
y se encontró con otro día.
Y su andar ya no fue lento, pesado,
ni su mirada vergonzosa y esquiva.
Su paso firme, su frente en alto,
la mirada severa, el pensamiento claro.
Y enfrento a quien lo oprimía,
y le expuso su razón,
y no le tembló la voz,
cuando todo se lo dijo.
Y viera con que emoción
regresaba a su casa,
silbando alegre llego con flores,
y su amor que lo esperaba
ansiosa lo recibió.

Y esa noche entre sábanas,
hubo poesía, miradas y caricias,
y sintió en sus manos
la tibia piel de su destino.

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