martes, 6 de julio de 2010

Mi Luz

En su más pura esencia, solo existe la oscuridad. La luz, solo es emitida por algún elemento que con el tiempo se consumirá y dejará de hacerlo; no es eterna, en cambio la oscuridad sí, ella estuvo antes, cuando todo era nada y nada había. Todo era vacío incontenible, y si de ese vacío y de la nada, en un momento se produjo el gran destello, que aún hoy continúa, se consumirá y volverá la oscuridad.
Observa el cielo profundo, y solo podrás ver lo oscuro que es; y si ves algún elemento es porque la luz ha sido desviada por él, el cielo es el reino de la oscuridad, no se ve la luz, sólo los elemento en donde ella es reflejada previo a ser emitida por otro elemento, vemos qué elemento la emite y qué elemento la recibe. Pero la oscuridad esta siempre, nada la emite, ni nada la recibe, solo está.
Podemos crear nuestra propia fuente de luz, pero no podemos crear nuestra fuente de oscuridad. Decimos que hay oscuridad por ausencia de luz, pero siempre debe haber luz para que su ausencia genere oscuridad.... no!, la oscuridad no se genera, es la luz la que se genera y cuando cesa todo es oscuro. La oscuridad es eterna y la luz temporal, dura solo el instante que los elementos que la generan duren.
Buscamos la luz como fuente de vida, es verdad, muchos cambios se producen ante su presencia y muchas formas toman esos cambios en su interrelación; cambios que generan a su vez transformaciones, creando combinaciones físico-químicas que dan origen a seres biológicos impensados.
Vida, vida como una alternativa a la nada, vida como la única forma válida que la luz tiene; los cambios que en la oscuridad se producen, en apariencia no tienen transformaciones biológicas, son solo cambios en la estructura de los minerales. Pero la luz, como catalizador de procesos tan complicados que aún no terminamos de comprender, y menos de recrear, y han dado origen a seres simples que en el transcurso del tiempo fueron relacionándose entre sí llegando a lo que hoy llamamos seres superiores, nosotros.
En fin, nuestro origen, tiene mucho que ver con la luz; nuestras divinidades, nuestros dioses, nuestra espiritualidad, nuestra alma, etcétera, etcétera, siempre está ligada a la luz. En el principio, nuestro primer supremo gran hacedor de todas las cosas fue el Sol, una estrella que emite luz y que hasta no hace mucho (midiéndolo en función del tiempo que llevamos en este planeta), se creía eterna y no es así.
Se le atribuía a su gran poder, protección, nos restauraba cada amanecer devolviéndonos las esperanzas que durante el temerario transcurso de la noche oscura temíamos perder; por eso se le rendían ceremonias y honores y se le daba nombres o formas diversas. También a la oscuridad se le dio nombres y formas diversas, atribuyéndosele siempre lo malo, lo que nos haría daño, lo que estaba al acecho de nuestras vidas, es decir que, la oscuridad, tomaba el valor de la no vida, simbolizaba la muerte.
Y así prosiguió todo, el nacimiento, es dar a luz; obrar con sabiduría, es ser iluminado; proceder con inteligencia, es ser brillante; amar profundamente, es llenar de luz la vida de la otra persona. Sin embargo, cada vez que un acontecimiento es adverso, todo se torna sombrío; la luz es buena, la oscuridad es mala, vaya enseñanza. Hasta cuando nuestros dioses están enojados, se los ubica en un entorno de oscuridad. Y cuando muramos, si hemos sido obedientes, iremos al cielo donde reina la luz (¿?); pero sino, quedaremos en el reino de las sombras por una eternidad, mas allá de que en uno u otro caso seamos enterrados o colocados en sepulturas o bóvedas oscuras, donde nuestros pestilentes, putrefactos y contaminantes restos no estorben por el resto de los siglos la existencia de quienes allí nos haya colocado.... ah, y a veces también somos incinerados, para poder así acelerar nuestro viaje a los cielos (el aire caliente sube más rápido).
Bien, como decía, la luz rige nuestras vidas desde el principio, y nos sentimos llenos de luz cuando podemos gozar y sentirnos satisfechos por algo. Ese estado de plenitud, está fuertemente ligado a nuestro estado de ánimo, tal es así que quienes perciban de nosotros esa plenitud, se sientan atraídos y con intención de relacionarse; no sucede así con quien denote apatía, a nadie le atraerá relacionarse con alguien sombrío. Fíjense que curioso, nos atrae alguien con luz y nos alejamos de alguien sombrío. Es como que buscamos relacionarnos con quien ilumine nuestras vidas y nos alejamos de quien pueda absorber nuestra luz. También a veces nos sentimos como llenos de luz, y creemos que podemos dar luz a otros, pero cuando vemos que no es apreciada, nos alejamos.
Y obvio, la luz algún día se termina, no es eterna, y queremos aprovechar toda la que tenemos hasta el día que muramos, y cuando muramos...¿a dónde va a parar toda esa luz’...a ningún lado, desaparece con nosotros; si la medimos en forma de energía, podría decir que cambió de estado, pero si hablamos de nosotros mismos, no. Lo que somos y lo que hagamos no pasa por tener, según nos ven ó creamos, más o menos luz. Somos lo que somos, y eso no va a cambiar.
Podemos crear en nuestra mente espacios tan iluminados como oscuros, y a veces quedar estancados, a conciencia o no, dentro de ellos hasta perder contacto con la realidad; una realidad llena de luz y sombra, de días y noches, llena de equilibrio natural.

Y allá vamos, al vacío infinito y oscuro.

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