Y ahí estabas,
el ceño adusto
la mirada severa,
crispada la nuca,
los labios apretados,
el puño contenido,
y me dijiste todo
lo que quisiste decirme...
y no dije nada.
No hice otra cosa,
que mirarte a los ojos
y pensar,
pensar....en como te amé.
Mientras toda tu bronca
azotaba mi pena,
y no hacía otra cosa,
que mirarte a los ojos.
Y tu odio,
descarnaba mi cuerpo,
flagelado por el recuerdo
de mis tristes,
y dolientes equívocos.
Y no hice otra cosa,
que mirarte a los ojos.
Y cuanto quise decir,
no me fue admitido.
Y cuanto quise decir,
no me fue permitido.
Y cuanto quise decir,
quedó dentro mío
y ya no pude mirarte más.
Ni pude sentir
cuanto te había amado.
Cerré mis ojos,
y me fui.
No hay comentarios:
Publicar un comentario