miércoles, 9 de junio de 2010

El grito sagrado

¿Como hace el que quiere gritar y no puede?
Nadie oirá sus gritos y se ahogaran en su garganta.
Solo el los oirá y dirá a todos que ha gritado,
pero nadie le creerá porque a sus gritos los han callado
y en silencio a de morir.
Escuchen, escuchen ¡sordos hombres!
no sigan, estoy aquí, aquí, oigan por favor;
que, ¿no oyen?, ¡Que les pasa!
Han atado mi lengua con su silencio
y ya no puedo gritar, el silencio ahoga los gritos
y se pierden en el espacio y el tiempo, hasta que alguien los oiga
y quizás como un eco los envíe y cuando yo los oiga
gritare mas fuerte, para que me oigan otros,
y otros mas oirán mi voz.
Pero ya será tarde,
ellos callan mis gritos con su silencio,
no quieren que yo oiga el eco de mi voz,
ni quieren que mi voz se oiga.
Ellos aman el silencio
ellos no pueden gritar,
les han enseñado que eso , no debe hacerse.
Solo escuchan la voz de los que no gritan,
de los que hablan en silencio, como la voz de los muertos,
que hablan por lo que hablaron.
Necios,
la voz de los que gritan es mas fuerte cuando mueren,
y esas son voces que nadie calla,
que pasan sobre el silencio y a todos alcanza.
Romperé las cadenas de mi garganta,
soltare mi lengua a la esperanza
y gritaré bien fuerte, bien alto,
hasta que me den la muerte como a una enseñanza;
y serán eternas las palabras de los hombres que gritan,
y no callan.
Libre, libre, como el sol, el viento, el agua.
Como el sol,
que no lo tapó la noche, él esta a mis espaldas;
como el viento,
que no se calma porque me cubra, pues lo recuerda mi cara;
como el agua,
que se evapora de la fuente del tirano,
y cae libre y soberana
en el campo de los pobres
que siembran esperanza.
Seguiré gritando.
Aún después de muerto mi voz se oirá mas allá,
y el día que los hombres
suelten de su garganta el grito de libertad,
será la única palabra que derrote al tirano,
del silencio que nos calla.
Hombre pobre, hombre esclavo,
no dejes que tu garganta
calle el grito de la vida,
que te quitan con la espada.
No esta libre, ni esta vivo
quien por fuerza a otro mata,
pues temeroso de ese grito
que brota desde el alma,
hará temblar sus pasos
y su fuerza será vana.
Anda y grita en todas partes
que el hombre libre nunca calla;
que la vida así se vive
y no por filo de una espada;
que quien mata a un hombre libre
nunca mata una esperanza;
pues queda la llama viva,
del que grita ¡¡LIBRE!!
y no del que lo calla.

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